Hablemos de Resiliencia
- Dra. Angie Bilbao
- 24 sept 2020
- 4 Min. de lectura
En estos tiempos difíciles, en los que nos encontramos frente a constantes desafíos, una palabra clave que escuchamos constantemente es: Resiliencia, pero ¿Qué es la resiliencia? Podríamos definirla como “el fenómeno caracterizado por patrones de adaptación positiva en un contexto de adversidad o riesgos significativos”. Es decir, la capacidad que tenemos de reaccionar positivamente ante las dificultades. En palabras más comunes se puede relacionar con la capacidad de rebotar, de recuperar la forma, ante la adversidad o las situaciones difíciles, que nos presentan un reto, como una esponja o un resorte que regresan a su forma original.
La idea de ser resilientes la podemos encontrar impregnada en nuestros patrones inconscientes ya que es constantemente mencionada en cuentos de hadas, mitos y literatura. Pensemos simplemente en aquel “príncipe” o héroe que tiene que enfrentar diversas tareas o dificultades, como matar el dragón, para descubrirse a sí mismo o rescatar a la princesa.
En la vida cotidiana se da a través de un proceso que implica adaptarse bien a la adversidad, a un trauma, tragedia, amenaza, o incluso a una fuente de tensión significativa. El camino hacia la resiliencia está lleno de obstáculos que afectan nuestro estado emocional, sin embargo, la resiliencia es una característica ordinaria, es decir, todos la tenemos y la podemos desarrollar, ya que incluye conductas, pensamientos y acciones que pueden ser aprendidas y desarrolladas.
Existen algunos factores que pueden ayudarnos a mejorar nuestra Resiliencia. Estos son:
- Biología: Tu salud, fuerza y nivel de energía corporal.
- Autoconciencia. Notar tus pensamientos y detectar tus emociones para canalizarlas positivamente.
- Auto-regulación. La habilidad que tienes para cambiar tus pensamientos, o reacciones en determinada situación.
- Agilidad Mental. Ver las cosas desde distintas perspectivas para solucionar los problemas, ser capaz de mejorar tu comunicación.
- Optimismo. Creer en un futuro positivo. Aprender a separar lo que puedes de lo que no puedes controlar en una situación. Aprender a ver los generadores de estrés no como problemas, sino como oportunidades. Tener un punto de vista positivo acerca de uno mismo y confiar en tus fortalezas y habilidades.
- Conexiones. Relaciones cercanas con familia y amigos, tener una red de apoyo, contar con gente que te quiere y que confía en ti.
- Espiritualidad. Sentirte conectado con algo o alguien más grande que nosotros, puede ser la fe, la naturaleza, tener un sentido de vida. Buscar un sentido de vida positivo en la vida a pesar de las dificultades o los eventos traumáticos.
- Altruismo. Ayudar a otros. Enfocar nuestra atención hacía otras personas que estén pasando por momentos difíciles, nos ayuda a desviar la atención de nuestro pesar personal.
La resiliencia se relaciona más con el cómo te recargas que en lo mucho que aguantas
Trabajar con nuestra resiliencia implica ayudar a nuestro sistema nervioso a ser más ágil, flexible y capaz de rebotar de situaciones difíciles, ya que después de un trauma el sistema nervioso esta totalmente destanteado y los “músculos” de resiliencia se encuentran débiles. Existen algunas técnicas que nos pueden ayudar a que nuestro sistema nervioso, cuerpo, mente y emociones se recuperen mejor de estas experiencias. Estas técnicas también nos permitirán lidiar con el estrés de maneras saludables para evitar estrategias dañinas de lidiar con el estrés, como podría ser el abuso de sustancias: alcohol o drogas. Algunas de estas técnicas o estrategias son:
- Liberarse de la autocrítica. En varios estudios se ha comprobado que las personas que tienden a criticarse o autodenigrarse son menos resilientes. Para esto recomendamos ser más autocompasivos.
Para mejorar tu autocompasión sugerimos leer el post anterior:
- Trabajar en tu autoestima. Conócete a ti mismo, tómate el tiempo para saber qué te gusta, qué te hace feliz, qué te llena el alma. Esta tarea personal se puede volver un fuerte aliado para incrementar tu resiliencia.
- Entender que la resiliencia es un proceso. Se vale intentar incansablemente, detenernos para recuperar fuerzas y luego volverlo a intentar, se amable contigo mismo mientras vas recorriendo este camino.
- Estar en contacto con la naturaleza y con tu naturaleza interior. Comprender que tu cuerpo siempre buscará la manera de regresar a su centro, simplemente tienes que dejarlo regresar a su centro. No te resistas, acepta las cosas, emociones y sentimientos, como vayan sucediendo. También puedes ayudarte con ejercicio físico y suplementos naturales.
- Manejar tus emociones hábilmente. Mejora tu inteligencia emocional, permítete sentir cada una de tus emociones, abre las puertas de tu corazón a cada una de tus emociones. Recuerda que no están ahí para molestar, son la respuesta natural de tu cuerpo a una situación de estrés y sólo buscan tu supervivencia. No las califiques de buenas o malas. Otro punto que te puede servir es soltar tus historias; no te aferres al pasado, lo que ya fue, ya fue, lo mejor que puedes hacer es perdonar y soltar.
- Cultiva un buen corazón. Confía en tu capacidad de amar, ábrete a la aceptación, a la amabilidad, a la generosidad y a la gratitud. Crea conexiones profundas.
- Calma tu mente. Utiliza técnicas como respiraciones profundas, suspirar, pon atención plena a todas las actividades que realices en cada momento. Esto evitará que te vayas al futuro o al pasado que son generadores de ansiedad. Ten una práctica regular de alguna actividad como yoga, meditación o mindfulness.

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